domingo, 6 de agosto de 2017

Nomenclaturas de Azcapotzalco (I)


Atzcapotzalco de Porfirio Díaz. José Antonio Urdapilleta.
Luego de medio siglo de luchas internas e invasiones extranjeras, durante poco más de treinta años la nación vivió un periodo de paz, tranquilidad y progreso al que se ha llamado Porfiriato (1876-1911) y, en Atzcapotzalco, bien se puede decir que se vivió y recibió los beneficios de ésta: “La Paz Porfiriana”.
Un ejemplo de lo anterior se dio en el año de 1899, cuando a este territorio se le otorga la categoría de prefectura política siendo nombrada como “Atzcapotzalco de Porfirio Díaz”, acción diplomática que permitió a la población estar bajo el cobijo del gobernante. Para algunos, esta acción les permitió realizar negocios pingües en el ramo de los bienes raíces, como es el caso de la sociedad de trabajadores del periódico El Imparcial, quienes entre los años 1900 y 1910 fraccionan los terrenos de la Hacienda de Clavería y otros pertenecientes a Ángel Zimbrón, para edificar la moderna y afrancesada colonia de El Imparcial.
Sin embargo, no todo fue especular con los terrenos de Atzcapotzalco ya que la paz social permitió a la población trabajar sus tierras y, en el caso de las haciendas y ranchos a medias o por jornal, obteniéndose la recuperación económica. La producción de forrajes, carnes y leche es tal, que es posible sacar grandes volúmenes de estos productos por medio del ferrocarril para su consumo en la ciudad de México.
La llegada del caballo de hierro a Atzcapotzalco coadyuvó a la instalación de varias factorías en su territorio, como lo fueron los molinos de trigo y dos de las industrias más importantes: la Fundidora de Hierro y Acero y la pequeña refinería de la Mexican Eagle Petroleum Company.
Con la instalación del tranvía y la construcción de las colonias Aldana, San Alvaro y El Imparcial, Atzcapotzalco es incorporado a la ciudad de México, lo que conllevó a dotar a la población de una serie de mejoras y servicios para su bienestar, en 1878, al instalarse el telégrafo entre la ciudad de México y Cuautitlán, se conecta una terminal con el gobierno y policía de Atzcapotzalco; en 1891 se inaugura el Palacio Municipal; para 1896 el tianguis que cada jueves se celebraba en la plaza de armas es reubicado debido a las mejoras que se realizan en la misma para transformarla en un jardín dotado de pórtico, con dos hermosos leones sobre pedestales, jarrones y un quiosco octagonal, de tal tamaño que por debajo de él transitaban los camiones, ya que su estructura de hierro fundido se levantaba sobre las aceras y la calle que dividían en dos al jardín.
A la llegada del nuevo siglo se inaugura el mercado hecho de alma de acero llamado Siglo XX, ubicado en la esquina de las calles Tepanecos y Porfirio Díaz; se dotó de luz eléctrica a la villa mediante un contrato con la Compañía de Fuerzas Hidroeléctricas de San Idelfonso y se hicieron mejoras en el rastro de la localidad; en 1904, se llevan a cabo las obras para dotar de drenaje y de agua potable a la cabecera, se canalizan zanjas y se alinean y componen calles y caminos, además se construye una enfermería y un depósito para cadáveres; para 1905, se introduce el tranvía eléctrico.
Para 1910, la población en Atzcapotzalco fluctuó entre los 10 785 y los 12 500 habitantes, de los cuales 7 500 se concentraban en la cabecera y barrios adyacentes. Contaba con dos escuelas superiores: José Rosas Moreno y Vicente Alcaraz, de niños y niñas respectivamente, más diez escuelas elementales para el servicio de sus niños y jóvenes.
Para las fiestas del Centenario del inicio de nuestra Independencia, además de los festejos de rigor, se inauguró la avenida del Centenario, la cual va a ser alumbrada por la compañía alemana Siemens and Salske, y por donde tendrá ahora su salida a la ciudad de México el tranvía.
En Atzcapotzalco, con su calma provinciana, el santo silencio era roto de vez en cuando por los pregoneros que anunciaban sus productos de viva voz: “tierra pa’las macetas; chichicuilotes tiernos; jamoncillos, dulces de leche, pepitorias, charamuscas, alegrías, cómprelas este día; gorrioncillos pecho amarillo, verdines cantadores, cómprelos güerita...”. Además, dicen las consejas, que el Señor Presidente de la República acostumbraba pasar varios días en Atzcapotzalco descansando en la casa del señor Zimbrón, y pasear por el camino de los Ahuehuetes para celebrar días de campo bajo la sombra de su fronda.
En 1914, por orden del Primer Jefe de la Revolución: Venustiano Carranza, y entre saqueos carranclanes, nuestra localidad deja de ser prefectura y pierde su denominación de “Atzcapotzalco de Porfirio Díaz”.

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