Cuentan los vecinos que viven
frente al panteón de San Pedro Xalpa que ciertas noches de luna llena, del
interior del camposanto se aparece un niño en triciclo. El pequeño abre la
pesada puerta de metal y se sube a un triciclo de color rojo, el que pedalea
con fuerza su para alejarse por la calle de Francisco Javier Mina, para cruzar
la vía principal y alcanzar el panteón San Isidro, que está enfrente. Unos
dicen que se va a jugar con otras ánimas de éste lugar, otros aseguran que va
en busca de sus padres que allí están enterrados. Hay quien afirma que al
amanecer del siguiente día, el niño pequeño regresa al panteón de San Pedro
para seguir descansando; cuando algún temerario intenta seguirlo, el ánima del
niñito se pierde entre las tumbas.
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